martes, 5 de junio de 2007

Al estilo Simeone


Racing borró al Pincha con la receta del Cholo: huevos, dinámica y ataques punzantes, generados por el dominante Pellerano y el desbordante Moralez.

Lo barrió. Lo minimizó. Lo bailó, casi.

Un Racing corazón, muy pero muy aguerrido, superdinámico y preciso, lo borró al Pincha a quien se lo presumía como en un quimérico rol de candidato de atropellada. Lo hizo a la manera que inculca el Cholo Simeone para su Estudiantes, pero que en este partido no fue correspondido: tipo cuchillo entre los dientes, búsquedas de espacios vacíos con combinaciones a toda velocidad.

En realidad, desmoralizó a un equipo ya de por sí desveronizado. Porque sin la Brujita, el Pincha quedó como un desnudo de vidriera: no tuvo quién aquietara el impresionante ritmo del rival ni que vislumbrara otra fórmula o levantara el ánimo de ese equipo. Para colmo, rifaba la pelota o canchereaba atrás de manera que le costaba apremios impensados. De nada servía que allá lejos esperaran dos o tres puntas si casi ni le llegaba limpia la pelota. Además, perdían ante pegajosas marcaciones.

Pellerano-Moralez. A Racing le salió todo bien de entrada. Tan derecho anduvo que hasta sus dos goles los convirtió a través de zurdos (Sava y el Piojo López) que definieron con sus piernas menos hábiles.

Su vía preferida era la conexión Pellerano-Moralez. El lungo se soltaba, y fue quien más gravitó en el funcionamiento del equipo, algo de lo que careció el rival. Y el bajito, quien se mostró por la izquierda, aseguró la pelota, desbordó, enganchó y desacomodó al fondo rival, por detrás de Sosa. Pellerano cortaba, pasaba y empujaba. Moralez encaraba a cualquiera con pelota dominada, y gestaba las jugadas previas de las situaciones de gol. Así fue el primero, con posterior participación de Bergessio y Sava.

Cambiar para nada. El Cholo intentó un rato con Calderón de enganche detrás de Pavone-Lugüercio arriba, y línea de tres, con Angeleri de líbero, y Alvarez corrido a la derecha para tratar de neutralizar a Moralez. No funcó. Hubo una colección de errores: pérdida de la pelota, descolocaciones. La veían pasar. Así llegó el segundo. Como antes podría haber convertido Cabrera, Bergessio y Sava. Enfrente, los de arriba eran pan comido para la ubicuidad de Crosa y Cía.

Para Estudiantes, pinta un chau, no va más en eso de acechar al puntero. Y para Racing, la certeza de que así debió pararse y jugar siempre para no dañarse como hasta ahora.

Cholo Simeone

Cholo Simeone

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