sábado, 29 de septiembre de 2007

Simeone alienta el regreso de su mujer, Carolina Baldini, al modelaje



A una sola voz, insisten: “Nunca es tarde. Siempre se está a tiempo de retomar un sueño postergado”. Y lo repiten más de un vez durante la entrevista, como si recitaran la moraleja de un relato que cierra un capítulo para comenzar otro nuevo. En este caso, se trata de la historia de Diego “Cholo” Simeone (37) —ex futbolista y actual director técnico de Estudiantes de La Plata— y su mujer, Carolina Baldini (32). Es ella quien toma la palabra y explica: “Hoy, después de haber acompañado a mi marido en su crecimiento profesional y de haber educado a mis hijos siento que es tiempo de volver a hacer lo que alguna vez debí dejar, pero que siempre me gustó: ser modelo”.
Ella tenía 16 años cuando comenzó a prepararse para emprender su carrera en el mundo de la moda. Hizo un curso con Tini de Bucourt y hasta pasó por la agencia de Pancho Dotto. Hizo publicidades para Coca-Cola, Pepsi y La Serenísima. Sin embargo, tres años más tarde, conoció a Simeone y su sueño de ser modelo comenzó a desdibujarse lentamente. “Él jugaba en España y empecé a viajar a Europa para verlo. Y la verdad es que entre viaje y viaje me daba cuenta de que perdía el ritmo, así que sin querer le iba restando tiempo y espacio a mi carrera. Después, a los 21, me casé y a los dos meses quedé embarazada de nuestro primer hijo, con lo que terminé dejando el modelaje. Primero, nació Giovanni, después vino Gianluca y, finalmente, Giuliano, que hoy tienen 12, 9 y 5 años, respectivamente.”
—¿Le costó tomar la decisión de dejar su proyecto profesional?
CAROLINA BALDINI: —No hubo un momento en el que decidí dejar. Todo se fue dando de a poco. Aun así, era consciente de lo que pasaba mientras todo sucedía. Dedicarme a acompañar a mi marido y a mis hijos fue una elección.
DIEGO SIMEONE: —Juntos elegimos el estilo de vida que queríamos, y eso implicaba que ella me acompañaría en todo. Por eso dejó. También es verdad que cuando era más joven yo era muy celoso.
—¿Ahora no?
D.S.: —Hoy tengo la cabeza mucho más abierta que hace unos años.
—¿Entonces, usted le pidió a Carolina que dejara su carrera de modelo, en gran parte, por sus celos?
D.S.: —No, nunca se lo pedí. Fue una elección que ella hizo desde su madurez. Creo que entendió que el lugar que ocupaba en ese momento en mi vida era muy importante para mí. Así pudimos construir una familia impresionante como la que hoy tenemos. Y yo, apoyado en la estabilidad y el equilibrio emocional que ella me daba, seguí adelante con mi carrera de deportista. Es verdad que tenía las herramientas para llegar al lugar que llegué, pero es innegable que ella me facilitó las cosas. Su apoyo fue incondicional. No sé si hubiera hecho lo que hice sin su compañía.
—¿Le costó hacer la concesión de relegar su proyecto personal por su familia?
C.B.: —No, lo hice con mucha alegría.
D.S.: —Es que ella nunca lo tomó como algo definitivo.
C.B.: —Además, siempre continué ligada a la moda. Me hallaba al tanto de cada desfile que se hacía y, el hecho de estar viviendo en ciudades como Milán, me permitía estar cerca del mundo de la moda sin demasiado esfuerzo. Entonces, convencida de que mi alejamiento no era definitivo, pude encarar mi proyecto familiar con mucha alegría y tranquilidad. Y ahora siento que es tiempo de volver.
—Las modelos son cada vez más jóvenes, y usted ya no tiene 19 años. ¿No pensó que el paso del tiempo podría dejarla definitivamente fuera de mercado?
C.B.: —No. Porque siempre me mantuve ligada a la moda y cuidé mi figura. Creo que nunca es tarde para retomar lo que a una tanto le gusta.
D.S.: —Es que ella entendió que en la vida hay un momento para cada cosa. De eso se trata.
—¿Cuidó su cuerpo y su alimentación todos estos años para poder volver a trabajar como modelo? Se dice que usted y su marido son fanáticos del cuidado del cuerpo.
C.B.: —No. Para mí mi alimentación y mi rutina de entrenamiento son un estilo de vida. Pero no soy fanática. Con mi profe, Flavia Pittis, entreno tres veces por semana, una hora y media cada día. Hacemos pesas, trabajos aeróbicos, un poco de todo. Creo que la clave es la alimentación y la perseverancia. Pensá que no paro en todo el año, ni siquiera cuando voy de vacaciones. No fumo ni bebo alcohol, salvo en contadas excepciones. Como pollo, pescado y verduras. Pero me siento bien así. Para mí no significa un esfuerzo.
D.S.: —Lo que valoro de Carolina es su pasión por volver a lo que siempre estuvo dentro de ella. Uno, en su lugar, bien podría quedarse con lo que tiene. Total, después de todo, vive muy cómoda así como está. Sin embargo, es una mujer inquieta que necesita ser ella misma. Y creo que este es el momento ideal para que invierta su energía en explotar todo su potencial.
—¿Esta exposición pública que empieza a tener su mujer, no le provoca temor? ¿Está preparado para escuchar los comentarios que hagan sobre ella? Usted admitió ser muy celoso.
D.S.: —No, no me atemoriza. Tampoco puedo estar pendiente de lo que dice la gente. Con respecto a los celos, uno pasa por distintas etapas y no cela de la misma manera a los 20 que a los 40.
—¿Cuál es la diferencia?
D.S.: —Antes celaba más con el cuerpo y menos con la cabeza. Ahora es a la inversa. ¿Está claro?
—No.
D.S.: —Quiero decir que cuando uno es más chico cela de una manera visceral. Pero con el tiempo, uno madura y pasa las emociones por el intelecto. Entonces, se deja llevar menos por los impulsos.
C.B.: —Y volviendo a lo anterior, me gustaría trasmitir el mensaje que siempre se puede. Toda mujer puede retomar lo que algún día debió dejar por su marido y sus hijos. Nunca es tarde para retomar el sueño que cada una abandonó en pos de su familia. En mi caso, los nenes ya están encaminados, mi marido tiene su carrera y yo me permito pensar en mí.
—¿De quién fue la idea que Carolina volviera a modelar?
D.S.: —Después de tantos años de estar juntos en una pareja hay cosas que se saben, no es necesario decir. Ella me comentó la idea y le dije: “Dale, dale para adelante. Yo te apoyo”. Aunque de moda no entiendo demasiado.
C.B.: —Y sí, en su momento tuve que aprender de fútbol y ahora a él le toca aprender de moda. ¡Sabés la cantidad de comidas en las que estuve sin entender ni una palabra de lo que se hablaba!
D.S.: —Ella aprendió mucho de fútbol, y yo aprenderé con ella de moda. Pero el código va a ser el mismo en ambos casos: aprender pero sin opinar.
—Usted está acostumbrado a tener a su mujer siempre en su casa, dedicada a la familia. ¿No tiene la fantasía que con este trabajo pueda descuidar a los suyos?
D.S.: —No, absolutamente no. Ella fue y será una madraza. Con respecto a mí, creo que la mujer es mucho más mujer, más atractiva, cuando logra desarrollarse en su plenitud. La vida de una pareja es larga y es bueno permitir que la relación evolucione, que los escenarios se renueven. Creo que esto va a alimentar a nuestra pareja. Nosotros no somos los mismos que cuando éramos chicos, así que no tenemos por qué seguir manteniendo una pareja como la de los 20 años. Los cambios son necesarios. Y además, como hombre, lo mínimo que puedo hacer por ella es acompañarla para que pueda ser ella misma. Sobre todo, después del apoyo que Carolina me dio en todos estos años.
—¿De qué manera la acompaña?
D.S.: —Haciéndole saber que siempre estoy con ella.
—¿Le permitiría hacer cualquier cosa, o le aclaró lo que no le gustaría que hiciera? ¿Le molestaría, por ejemplo, que hiciera un desnudo?
D.S.: —En toda pareja hay códigos que surgen a partir del conocimiento mutuo. Ella será quien decida qué hacer y qué no.
C.B.: —Los límites los voy poner yo.
—A partir de las fotos que hicieron juntos, la referencia a la pareja de David Beckham y Victoria Adams es inmediata. Marido futbolista, mujer ligada a la moda, ambos atentos al cuidado de su cuerpo y su imagen personal. Son glamorosos, tienen dinero, hijos en común. ¿Se sienten los Beckham argentinos?
C.B. y D.S.: —Eso dicen, ¿no? Escuché a varios decir que somos los Beckham argentinos. Pero nosotros no lo creemos, no nos sentimos así.
—¿Usted es una consumidora compulsiva de la moda como la mujer de Beckham?
C.B.: —La ropa me gusta mucho, pero no compro en forma compulsiva. Es más, hay cosas que podría comprar y no lo hago porque me parece que tienen un precio disparatado.
D.S.: —Es cierto. No gasta demasiado en ropa. A pesar que tampoco se lo reprocharía, porque me encanta verla linda.
—Ahora que su mujer va a empezar a ganar su propio dinero, ¿sueña con poder dejar el fútbol y vivir del trabajo de ella?
D.S.: —No, para nada. Mi sueño es seguir ligado al fútbol por mucho tiempo más.l

Cholo Simeone

Cholo Simeone

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