"Quería felicitarlos por el esfuerzo, por haber mantenido el arco en cero y también quería decirles que sigan trabajando tranquilos, porque sé que vamos a ir mejorando". El trabajo regenerativo ya había terminado. El Profe Ortega juntaba las colchonetas mientras Nelson Vivas y Andrés Guglielminpietro hacían las últimas anotaciones del día en una carpeta. El entrenamiento había llegado a su fin. Pero a Diego Simeone le pareció necesario refrescar su opinión sobre lo que había dejado la excursión a Rosario. Y palabras más palabras menos, decidió acariciarles el ego a los 11 que había mandado a la cancha frente a Newell's. Nada de reproches ni críticas. Optimista a pleno, el Cholo fue preciso, concreto y, en su breve discurso, recalcó que el esfuerzo sigue siendo innegociable, destacó que el punto obtenido en el Parque Independencia va a terminar siendo importante y avisó que más allá de la ambición ofensiva, es imprescindible que el equipo mantenga la solidez en su arco.
Aunque no miró de reojo a Juan Pablo Carrizo ni les hizo un guiño cómplice a Gerlo, Cabral, Tuzzio y Villagra, no fue casual que el Cholo priorizara el aspecto defensivo durante los diez minutos que duró la charla. Sin regalar elogios fuera de medida pero consciente de que al menos en el torneo local JP todavía no la tuvo que ir a buscar adentro (sí lo hizo, y dos veces, ante la Universidad de San Martín, por la Libertadores), el entrenador considera fundamental que para los rivales sea una misión imposible vulnerar su arco. Lo trabajó en Estudiantes, con el que terminó en dos de los tres torneos que lo dirigió con la valla menos vencida, y es su obsesión lograrlo con River, algo bastante complicado si se repasa la historia reciente. ¿Por qué? Además de haberse quedado con las manos vacías otra vez, el entonces equipo de Passarella terminó siendo el más goleado del último Apertura con 33 tantos, la misma cantidad que recibió Central, que terminó abajo de todos en la tabla...
Dejando a un costado el nivel general del equipo y con el ánimo de reforzar la moral del grupo, Simeone también hizo hincapié en la entrega que notó dentro de la cancha. Más que nada porque en una semana en la que se filtraron algunos cuestionamientos al trabajo de su PF, la respuesta física fue absoluta. Y eso no fue un detalle, ya que el equipo venía de jugar en Perú y los 35 grados no ayudaban. Pero, además, porque en el decálogo del Cholo es esencial que todo el equipo colabore tanto en la gestación del juego como en la recuperación de la pelota. Y por eso, como ayer, cuando puede repite que "recibir goles no es culpa de la defensa sino de todo el equipo. Por eso hay que trabajar duro".
Poco se metió en las situaciones desperdiciadas, en los sofocones que pasó el equipo cuando le propusieron jugar por arriba o en la falta de tenencia de pelota. Como esos delanteros que no se desesperan, aguardan su oportunidad y terminan imponiéndose de puros optimistas, el Cholo no sólo silenció los murmullos que nacieron al no poder traerse los tres puntos, sino que cambió de frente y les mostró la mitad del vaso lleno a sus jugadores. En apenas unos segundos, mostró ser un tipo bien sanguíneo y convirtió un empate sin goles en un hecho positivo. Sí, en un cero positivo.
