Fue una clase especial. Personal. Simeone agarró a Alexis Sánchez y lo llevó solo a la cancha dos del predio de Ezeiza. El ejercicio constaba de que el chileno hiciera lo que tanto le cuesta en la cancha: tocar hacia atrás y picar en velocidad al espacio vacío. Por eso, el Cholo tuvo 15 minutos a Alexis a toda velocidad y sin la pelota en los pies...
Los colaboradores del técnico fueron los sparrings. Simeone se la tiraba al chileno, y éste debía apoyarse en el Guly, que recibía de frente, como volante y le tiraba el pase profundo. El que marcaba al Niño Maravilla era Nelson Vivas, de un estado físico admirable: corría a la par del pibe como si aún estuviera en plena actividad.
El trabajo se dividió en dos series. Primero Alexis debía parar la pelota y luego descargar. Después, directamente debía devolver la bola de primera. El objetivo siempre era el mismo: sacarse de encima a Vivas en dos movimientos y sin necesidad de gambetearlo, algo que al menos le demandaría el doble de tiempo. "Así, andá al fondo", elogiaba el DT, que confía mucho en las condiciones del chileno (a pesar de que el domingo en Rosario lo mandó al banco) pero pretende que incorpore conceptos de equipo, ya que suele excederse en el juego individual.
