martes, 3 de junio de 2008

Cómo hizo Simeone para darle vida a River



El técnico pasó en pocas semanas de villano a héroe. Se bancó todo: la eliminación humillante de la Copa ante San Lorenzo, la derrota en el Superclásico, los conflictos con Ahumada y Carrizo, la polémica con Ortega y hasta las burlas por sus problemas personales. Ahora, el equipo de Núñez está a dos pasos de conseguir el Clausura. ¿Cuál es su secreto?

"Para mí, querer es poder", repetía Diego Pablo Simeone cuando decidió terminar su etapa como jugador para asumir las riendas futboleras de Racing, en una situación complicada del equipo de Avellaneda a fines de 2005. Es el lema del entrenador que fue catalogado como el técnico de la nueva generación. Ante la adversidad que significa correr a Boca desde atrás a pocas fechas del cierre del torneo, con Estudiantes pudo forzar una final, y en el mano a mano se llevó el título del Apertura 06'. Ahora, con River, las pasó todas en apenas seis meses, pero siempre con la convicción de salir a flote. Hoy, aferrado a su estilo hiperquinético, el equipo está a dos pasos de quedarse con el Clausura.

Ganaba 2-0 en El Monumental sobre San Lorenzo con dos hombres más. Pero River se quedó afuera de la Copa de manera increíble. Una frustración internacional más para un club que no logra un título local desde 2004. Más allá, la inundación... Luego de esa humillante despedida de la Libertadores explotaron las internas del plantel. Carrizo dijo que no se jugaba más "por amor a la camiseta". Ahumada cargó contra los propios hinchas Millonarios. Después se filtró que el plantel no quería a Ortega, quien a su vez pedía titularidad a gritos. Más la derrota en el Superclásico a cuestas y el recibimiento con maíz en Núñez antes del partido con Gimnasia... Simeone, pese a todo, nunca bajó los brazos.

Se las bancó todas, siempre manteniendo la paz puertas adentro, tratando de conciliar, de unir por un objetivo, el único que le quedaba para limpiar la pobre imagen que tenían los hinchas: ser campeón del Clausura. Le dio apoyo a Ahumada, no movió a Carrizo, y llevó de a poco a Ortega. Todo convergió ayer en Santa Fe. El volante central fue figura, Ortega desequilibrante y River derrotó a Colón por 2-1 para adueñarse de la cima del Clausura en soledad, a dos puntos de Estudiantes y cuando quedan un par de fechas para el final.

Simeone asumió las responsabilidades. Hasta aguantó la lluvia de salvavidas en La Bombonera y las mil gastadas por sus problemas personales, en cada estadio. Siempre convencido. Como cuando era jugador, con la mente enfocada sólo en el éxito, lo que lo llevó a ser el futbolista con más presencias en la Selección Argentina con 106 partidos y 11 goles. Lo que lo llevó a ser campeón con el Pincha, después como técnico, en un club que no festejaba desde hacía 23 años.

River le debe mucho a Simeone. Se pueden discutir los planteos tácticos extravagantes, las decisiones poco convincentes, y el rendimiento de un equipo que a veces parece no tener rumbo en la cancha. Pero no se puede discutir la conducción del Cholo como cabeza de grupo. Haciéndose cargo en los malos momentos, motivador para salir de la mala, y contagiando en todo momento el hambre de gloria. Esas mismas ganas de ganar siempre que hoy son una base fundamental para explicar que River está al borde del campeonato número 33 de su historia.

Cholo Simeone

Cholo Simeone

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