domingo, 18 de mayo de 2014

Diego Simeone: radiografía de un héroe en tierra de gigantes

"Casi siempre que me dijeron no vayas a un lado, fui y salió bien", me cuenta Simeone . Se sabe: convicciones no le faltan. Tampoco coraje para arriesgar. El 27 de diciembre de 2011 llegó a un club dinamitado, que estaba sólo cuatro puntos arriba de la línea del descenso. ¿Era el momento adecuado para asumir en Atlético de Madrid ? Probablemente no. "En menudo fregao te has metido, tío", escuchó por entonces. Muchos huirían de un escenario así, pero él lo persigue. "Siempre que me aconsejaron que no fuera a tal lugar, ahí fui; no me asusta, me entusiasma", repite hasta con cierta tozudez. Nunca pide que lo comprendan, simplemente elige vivir así. En 1988, con 19 años, se encerró solo durante 40 minutos en una oficina para definir si aprobaba una oferta de Pisa. Aceptó. Y después, sin los adelantos tecnológicos ni los contactos de hoy, se puso a bucear dónde se había metido... Encontró un Larsson en el plantel del club italiano y pensó que era el danés Elkjaer Larsen, el 9 de Dinamarca que había maravillado en el Mundial de México 86... Pero no, era un tal Larsson, lateral, sin historia... ¿Pisa se presentaba como el destino adecuado para inaugurar su carrera europea? Probablemente no. ¿Y Catania era el lugar correcto para abrir su trayectoria como entrenador en Europa? Probablemente no. Simeone siempre gestiona un proyecto de grandeza, no importa la plataforma de despegue. Insiste, convence, gana. Su Aleti, aquel que estaba a cuatro puntos del descenso, acaba de cortar 18 años de sequía. Su Aleti es campeón de España, como en 1996, cuando, también en la última fecha de la Liga, derrotó 2-0 a Albacete y uno de los goles lo convirtió... Simeone. "El fútbol son 24 horas", repite con obsesión el hombre que se suma a Helenio Herrera, Luis Carniglia, Alfredo Di Stéfano y Jorge Valdano, los argentinos que se coronaron como DT en España. "Soñamos despiertos", reza la camiseta de la afición colchonera. Pues ha sido el Cholo quien no los ha dejado dormir. Ni a ellos ni a nadie. El efecto Simeone hoy es sensación desde su inclaudicable prepotencia. Antes de la finalísima por la Liga, les proyectó a sus jugadores imágenes de la pretemporada en el campo de golf de Los Ángeles de San Rafael y también secuencias de los goles logrados a través de los ensayos tácticos. Nada de relatos fantásticos ni mensajes conmovedores: los motivó con ellos mismos en acción. Pertenencia, sacrificio, sudor. Después de eliminar a Barcelona -se enfrentaron seis veces en la temporada y los catalanes nunca pudieron ganar- de la Liga de Campeones, Simeone dijo: "Como ha sucedido a lo largo de la historia, en las batallas y en las guerras, no siempre gana el mejor, sino el que está más convencido de lo que hace". El Cholo es un fundamentalista espiritual. "Creo más en el entusiasmo que en los tiempos, las historias y la estadística", señaló ante la diferencia de experiencia entre sus guerreros y las plantillas galácticas de Barcelona y Real Madrid . "Siempre hay que creer... ¡Y nosotros creemos! " Fue el primer tuit, cuando abrió su cuenta de Twitter el pasado 6 de mayo. Toda una declaración de principios, su marca. Es que el equipo luce su sello: la rebeldía nace de la necesidad de sufrir. Aleti ayer tuvo que remontar la desventaja en el marcador y tres cambios clave por lesión. Aun así, nunca se rindió. Simeone descuartiza los partidos en una cabeza que vive en constante absorción, siempre con un único fin que no admite discusiones: ganar. Y su plantel lo interpretó con una fe apostólica. Compromiso, esfuerzo, orden y equilibrio. Armó un equipo agresivo, intenso, contragolpeador. La piedad no forma parte del fútbol competitivo, y el Atlético del Cholo vaya si no la tiene. "¿La clave? Nada raro, cuando el jugador siente confianza, rinde", cuenta. Un equipo valiente. A Simeone le sobra espíritu de revancha y apetito de reivindicación. Usinas indispensables para alguien que se siente pleno entre decisiones veloces y arriesgadas. Hay un proyecto final siempre que el Cholo inaugura un desafío: ganar y ser el mejor a través de sus jugadores. Siempre quiere hacer historia, esté donde esté, y acaba de cambiar el paradigma de la Liga española. Diego espantó los fatalismos de un club que por años vivió acomplejado. Quebró a Barcelona, que había liderado la Liga en 23 jornadas, y ahora irá por Real Madrid para definir al rey de Europa. Atlético se rebeló contra el bipartidismo (el último campeón por afuera de los colosos había sido Valencia, una década atrás) y atrapó la admiración de las clases medias españolas. "Me gustaría ser un equipo molesto. Y lo hemos logrado", confiesa en la intimidad. Un tipo con espíritu depredador, que únicamente se siente cómodo cuando la exigencia es máxima. Propuso una revolución en tierra de gigantes y no se detuvo hasta la consagración. "Sólo el corazón les puede ganar a los presupuestos", me aclara el Cholo. Simeone contagia épica

Cholo Simeone

Cholo Simeone

.

.

.

.

.

.